Un experto explica las razones por las que hacer chupetones puede “ser todo risas hasta que te mueres”
Un farmacéutico explica el por qué no es recomendable hacer un chupetón a tu pareja en las redes
Madrid
Según los expertos, el cuello es una de las zonas erógenas preferidas de las personas pero a su vez, una de las más sensibles. Es habitual sentir placer tras recibir pequeños mordiscos el área, pero hay que tener cuidado porque si se va de las manos puede causar la muerte de la persona que está recibiendo el beso.
Así lo ha confirmado Álvaro Fernández o Farmaceutico Fernández en las redes sociales, que ha compartido los motivos por lo que esta práctica es peligrosa. Para ello ha expuesto el caso de Julio Macías González, un chico que falleció a causa del chupetón que le hizo su novia. Como explica el experto en el video publicado en su perfil de Instagram, el beso le provocó un ictus al joven después de que se le formara un coágulo que llegó a su cerebro. El farmacéutico detalla que es un caso “muy raro pero algo que puede pasar”.
Además de las causas fisiológicas, Fernández opina que llevar una marca en el cuello “queda fatal” y recomienda no hacerse chupetones ya que es “un poco de tontos” si sabes que puede resultar peligroso y no te sirve de nada.
El farmacéutico Álvaro Fernández es un popular usuario que se dedica a desmontar bulos en las redes. El tiktoker e instagrammer divulga información sobre el ámbito de la salud diariamente a sus más de 800.000 seguidores, muchos de ellos jóvenes que agradecen tener a un referente que les explique de forma fácil y cercana este tipo de temas.
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La historia de amor de casi 60 años de Dolly Parton y Carl Dean se construyó sobre la privacidad, la devoción y el apoyo inquebrantable lejos de los focos.
En el mundo de la ostentación, el glamour y los romances entre famosos en constante evolución, la historia de amor de Dolly Parton y Carl Dean destaca por su excepcionalidad. Su matrimonio se basó en la privacidad, el respeto mutuo y un vínculo inquebrantable que duró casi seis décadas.
Mientras Dolly ha pasado su vida bajo los focos, Carl Dean eligió un camino diferente, manteniéndose casi completamente al margen del ojo público. Y, sin embargo, a lo largo de todo el éxito de Dolly, Carl siempre estuvo ahí: apoyándola, amándola y mostrándole que una gran historia de amor no tiene por qué ser expuesta al mundo.
Carl Thomas Dean y Dolly Parton
Dolly Parton acababa de llegar a Nashville en 1964, una soñadora de 18 años lista para triunfar en la música country. Apenas tuvo tiempo de instalarse cuando el destino intervino en el lugar más inesperado: una lavandería de Wishy Washy.
Carl Dean, oriundo de Nashville, pasaba en coche y vio a Dolly. Algo en ella le llamó la atención.
“Iba caminando por la calle cuando me gritó”, recordó Dolly una vez. “Como soy del campo, hablé con todo el mundo. Y se acercó, y, bueno, era Carl, mi esposo”.
Carl dijo más tarde que supo inmediatamente que Dolly era “la indicada”.
Mi primer pensamiento fue: “Me voy a casar con esa chica”. Mi segundo pensamiento fue: “¡Dios mío, es tan hermosa!”. Y ese fue el día en que comenzó mi vida.
Al principio, Dolly dudó; después de todo, acababa de mudarse a Nashville y no buscaba una relación. Pero Carl insistió. Apareció todos los días de esa semana, sentándose con ella en el porche mientras cuidaba a su sobrino.
Para 1966, Dolly y Carl estaban profundamente enamorados. Pero no todos estaban entusiasmados con sus planes de matrimonio.
La discográfica de Dolly en aquel momento no creía que fuera fácil promocionar a una cantante de country recién casada. Intentaron convencerla de que pospusiera la boda por el bien de su carrera.
Dolly escuchó, pero solo un rato. En lugar de esperar, ella y Carl se escabulleron a Ringgold, Georgia, donde podrían casarse rápidamente y sin problemas.
La ceremonia fue tan privada como su relación durante las siguientes seis décadas: sólo Carl, Dolly, el pastor, su esposa y la madre de Dolly.
“No queríamos presiones ni grandes problemas”, dijo Dolly más tarde. “Solo queríamos casarnos”.
Después de la ceremonia, dejaron a la mamá de Dolly en la estación de autobuses. Se fueron directo a casa: sin una luna de miel extravagante, sin cobertura mediática, solo dos personas que habían encontrado a su alma gemela.