Un estudio a gran escala revela que la marihuana duplica el riesgo de muerte por infarto y derrame cerebral.

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El consumo de marihuana ha aumentado considerablemente en la última década, impulsado por su legalización en diversos países y su creciente aceptación social. Muchos la perciben como una sustancia inofensiva, especialmente cuando se compara con otras drogas recreativas. Sin embargo, estudios recientes están desafiando esa visión.

Uno de los hallazgos más preocupantes proviene de un estudio a gran escala que ha revelado una asociación significativa entre el uso de marihuana y un mayor riesgo de eventos cardiovasculares graves. Específicamente, se ha reportado que el consumo de esta sustancia puede duplicar el riesgo de muerte por infarto y derrame cerebral.

Un estudio a gran escala revela que la marihuana duplica el riesgo de muerte por infarto y derrame cerebral.

Este descubrimiento está cambiando la forma en que la ciencia y la medicina entienden los efectos de la marihuana en la salud cardiovascular. A continuación, se analizan los resultados del estudio, los mecanismos biológicos involucrados y sus implicancias para la salud pública.

El estudio más reciente sobre marihuana

Un estudio publicado en la revista Heart, realizó una revisión sistemática y metaanálisis centrado en el riesgo cardiovascular asociado al uso de cannabis. El análisis incluyó 24 estudios con más de 432 millones de pacientes, extrayendo datos de bases de datos clínicas como NHANES y NIS.

 

Según los resultados del metaanálisis, el consumo de marihuana se asocia con un riesgo 2.10 veces mayor de muerte cardiovascular, un 1.29 veces mayor de síndrome coronario agudo (incluido el infarto de miocardio) y un 1.20 veces mayor de accidente cerebrovascular. Estos hallazgos se mantuvieron consistentes incluso al restringir el análisis a estudios de cohorte, considerados más robustos desde el punto de vista metodológico.

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La relación entre marihuana y riesgo de infarto se explica en parte por los efectos fisiológicos del principal compuesto psicoactivo del cannabis: el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC). Este compuesto actúa como agonista parcial del receptor CB1 en el sistema nervioso central y también en el sistema cardiovascular.

La activación del receptor CB1 por el THC genera una estimulación del sistema simpático, lo que puede provocar taquicardia, aumento de la presión arterial y mayor demanda de oxígeno por parte del corazón. En personas con factores de riesgo como hipertensión, dislipidemia o antecedentes familiares, este desequilibrio puede desencadenar un evento agudo como un infarto de miocardio.

 

Además, el estudio publicado en la revista Addiction reveló que la concentración de THC en los productos de cannabis ha aumentado de forma sostenida desde 1970 hasta 2017, incrementando la exposición a dosis más altas del compuesto psicoactivo y, por tanto, sus posibles efectos adversos sobre el sistema cardiovascular.

Marihuana duplica el riesgo de derrame cerebral

El riesgo de accidente cerebrovascular, o derrame cerebral, también parece incrementarse con el uso de marihuana. El estudio de Heart indica un riesgo relativo de 1.20 para esta condición. Los mecanismos fisiopatológicos incluyen vasoespasmos inducidos por THC, inflamación vascular, y efectos pro-trombóticos, todos los cuales pueden contribuir a la isquemia cerebral.

Asimismo, el THC puede alterar la autorregulación cerebral del flujo sanguíneo, y existen reportes de casos clínicos en los que jóvenes sanos desarrollaron eventos cerebrovasculares tras consumir cannabis. Estos efectos podrían agravarse con el uso simultáneo de tabaco o alcohol.

 Diferencias entre THC y CBD

Un aspecto relevante para comprender estos riesgos es distinguir entre THC y cannabidiol (CBD), los dos principales cannabinoides de la planta. Mientras que el THC tiene efectos estimulantes en el sistema simpático y se ha vinculado con efectos proinflamatorios y vasoconstrictores, el CBD tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Algunos estudios incluso sugieren que el CBD podría contrarrestar ciertos efectos nocivos del THC.

Sin embargo, el metaanálisis del reciente estudio muestra que los productos de cannabis actuales tienden a tener concentraciones elevadas de THC y niveles muy bajos de CBD. Esto significa que los efectos protectores potenciales del CBD no están presentes en la mayoría de los productos disponibles en el mercado, especialmente en el uso recreativo.

Cambios en la potencia del cannabis y su impacto en la salud

Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio publicado en Addiction fue que, entre 1970 y 2017, la concentración media de THC en el cannabis aumentó un 0.29% por año en productos herbales, y un 0.57% por año en resina. Este aumento se traduce en una mayor dosis de THC por cada gramo consumido, sin que los consumidores necesariamente ajusten su uso en consecuencia.

 

El incremento sostenido en la potencia del cannabis puede explicar por qué hoy se observan más efectos adversos que hace unas décadas. La exposición repetida a dosis más altas de THC no solo afecta la salud cardiovascular, sino también puede contribuir al desarrollo de trastornos psiquiátricos y dependencia.

Riesgo cardiovascular en poblaciones jóvenes

Uno de los datos más inquietantes es que muchos de los eventos cardiovasculares vinculados al consumo de marihuana ocurren en adultos jóvenes, entre 18 y 44 años. El metaanálisis indica que incluso personas sin antecedentes de enfermedades cardíacas pueden experimentar infartos o ACV tras consumir cannabis.

Esto representa un riesgo importante para la salud pública, ya que muchas personas jóvenes consideran que la marihuana es segura y la consumen con regularidad, a menudo sin ser conscientes de sus posibles consecuencias cardiovasculares.

 

 

Conclusión

La evidencia es clara: el uso de marihuana está asociado a un aumento significativo del riesgo de infarto y derrame cerebral. En particular, el riesgo de muerte cardiovascular es más del doble en los consumidores de cannabis. Esto se debe a los efectos directos del THC sobre el sistema cardiovascular y al aumento sostenido en la potencia del cannabis disponible en el mercado.

Frente a estos hallazgos, es urgente fomentar campañas de educación y prevención, especialmente dirigidas a los jóvenes. También es necesario que los profesionales de la salud consideren el consumo de cannabis como un factor de riesgo en pacientes con síntomas cardiovasculares.

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