Muere boxeadora Georgia O’Connor a los 25 años tras mal diagnóstico de cáncer: ‘Ningún médico me hizo caso’
Georgia O’Connor tuvo una carrera como boxeadora corta, pero en todas sus peleas gano; se fue invicta después de enfrentar varios problemas de salud.

La única batalla que perdió Georgia O’Connor fue la del cáncer. El 22 de mayo se dio a conocer el fallecimiento de la boxeadora originaria de Reino Unido después de una serie de acontecimientos desafortunados que incluyen un mal diagnóstico de su enfermedad.
A través de las redes sociales de Boxxer, promotora con la que trabajaba O’Connor, fue que se dio a conocer el fallecimiento de la joven boxeadora, quien se fue invicta en su carrera profesional como peleadora.
“Una verdadera guerrera dentro y fuera del ring, la comunidad del boxeo ha perdido a una joven talentosa, valiente y decidida demasiado pronto. Georgia fue amada, respetada y admirada por sus amigos aquí en BOXXER. Nuestros pensamientos están con sus seres queridos en este momento difícil“, escribió Boxxer.
¿De qué murió la boxeadora Georgia O’Connor y qué le pasó?
La promesa del deporte de los guantes rojos en Reino Unido murió semanas después de que le diagnosticaron cáncer en etapa terminal, aunque no especificó en qué parte de su cuerpo lo desarrolló.
Lamentablemente no era la primera vez que enfrentaba problemas de salud, pues cuando le dieron un diagnóstico de colitis, confesó otras complicaciones que vivió. “Tuve mala suerte con mi salud en el pasado, cuando casi muero por coágulos de sangre en los pulmones”.

Georgia O’Connor atribuyó cáncer terminal a desatención médica
A inicios de año, cuando reveló que tenía cáncer, le atribuyó lo avanzado de su enfermedad a un mal diagnóstico de los doctores, que inicialmente le dijeron que tenía colitis ulcerosa (UC por sus siglas en inglés) y no quisieron atenderla como debían.
“Durante 17 semanas, desde principios de octubre, he tenido un dolor constante, yendo y viniendo entre las salas de urgencias del RVI de Durham y Newcastle, sabiendo en el fondo que algo iba muy mal. Dije desde el principio que sentía que era cáncer. Conocía los riesgos. Tengo colitis y colangitis esclerosante primaria (CEP), dos enfermedades que aumentan drásticamente las probabilidades de contraerla (…) Pero ningún médico me escuchó, carajo. Ninguno me tomó en serio“, aseguró en una de sus últimas publicaciones, en febrero pasado.
Georgia mencionó que en más de una ocasión le pidió a los médicos de las unidades de medicina donde se atendió, que le hicieran los estudios correspondientes para cáncer, pero estos hacían ‘oídos sordos’ a sus peticiones.
“Me engañaron, me dijeron que no era nada, me hicieron sentir como si estuviera exagerando. Se negaron a hacerme las tomografías. Se negaron a investigar, a escuchar. Uno incluso me dijo que ‘todo está en mi cabeza’. ¿Y ahora? El cáncer se extendió (…) Podrían haber hecho algo antes de que llegara a esta etapa. Pero no lo hicieron”, agregó en aquella ocasión.

Así fueron los últimos meses de la boxeadora Georgia O’Connor que luchó contra el cáncer
El 18 de febrero, la boxeadora de Reino Unido subió una publicación con motivo de su cumpleaños en donde compartió que el último año en particular fue complicado no solo por su diagnóstico de cáncer, pues también vivió una pérdida muy significativa.
“Los últimos meses han sido una montaña rusa. Estuve embarazada de un bebé precioso, sufrí un aborto espontáneo y luego me diagnosticaron un cáncer ‘incurable’. ¡Pero todavía me siento en la cima del mundo!“, aseguró.
Hizo evidente en aquel post su pérdida considerable de peso; en aquel momento tenía 59 kilos y mencionó que, por la baja de masa muscular y peso, su ropa ya no le quedaba como antes.
“A veces tengo que usar muletas o silla de ruedas para desplazarme, pero tengo suerte de tener gente dispuesta a empujarla. Voy a pasar mi cumpleaños en el tren camino a un hospital en Londres para ver si puedo recibir tratamiento especializado”, explicó.

Lamentablemente, la baja en sus defensas la llevaron a sufrir una sepsis, misma por la que tuvieron que hospitalizarla en marzo. “El personal de la ambulancia les dijo a mis padres que tenía unas cuatro horas para que me administraran los antibióticos adecuados e intentar recuperarme, si no, moriría”.
Se desconoce la fecha exacta del fallecimiento de Georgia O’Connor, que compartieron públicamente el 22 de mayo. Apenas el 9 del mismo mes se casó con su pareja, quien la apoyó en todo el proceso que vivió.
¿Quién fue Georgia O’Connor?
Georgia O’Connor fue una boxeadora originaria de Reino Unido, que desde su adolescencia se interesó en el boxeo para practicarlo profesionalmente, todo con el apoyo de su familia.
En su perfil e Instagram, destaca que fue cinco veces campeona nacional y ganó medallas en los Juegos Juveniles de la Commonwealth, el Campeonato Mundial Juvenil y el Campeonato Europeo.
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Muere Sebastião Salgado, el fotógrafo que documentó la Amazonia y denunció las injusticias contemporáneas
El brasileño, que retrató con su lente los grandes desafíos sociales, ha fallecido a los 81 años en París
Sebastião Salgado, el brasileño que documentó a través de la fotografía los grandes desafíos contemporáneos, como la protección del medio ambiente, las migraciones o el trabajo, ha fallecido este viernes a los 81 años, según ha confirmado el Instituto Terra, que creó junto a su esposa, Lélia Wanick Salgado. El fotógrafo ha fallecido en París, donde vivía, a causa de una leucemia, según su familia. La enfermedad era una de las muchas secuelas de una malaria que contrajo hace décadas. El artista, que llevó el fotoperiodismo a la categoría de arte y manejó con maestría el blanco y negro a lo largo de su carrera, tenía previsto participar, este sábado en Reims, en la inauguración de unas vidrieras diseñadas por uno de sus hijos para una iglesia, según Folha de S. Paulo.
Sebastião Ribeiro Salgado Júnior nació en 1944 en un pueblito llamado Aimores, en el estado cafetero y minero de Minas Gerais. Su formación en economía moldeó su visión del mundo, le hizo poner el foco en las injusticias que corroen el planeta y en los marginados. La etiqueta de artista le disgustaba, prefería definirse como fotoperiodista. Alguien preocupado por los males que aquejan a los más desfavorecidos, por la avidez consumista, por la salud del planeta.
Dedicó su último gran proyecto a la Amazonia, que retrató en todo su esplendor con el fin de alertar al mundo sobre su extrema fragilidad. Era en cierta manera un regreso a casa tras una exitosa carrera internacional. Sus exposiciones, en las que la belleza servía para abrir profundas reflexiones, recorrieron el mundo. Su esposa era su más estrecha colaboradora como comisaria de sus exposiciones y editora de sus libros monumentales, como Éxodos, Génesis o Trabajadores.

Lélia Wanick Salgado hacía la selección final de las imágenes, el destilado de un trabajo documental que entrañaba años de trabajosos viajes de su marido por varios países de los que regresaba con miles y miles de imágenes. El brasileño puso su lente sobre muchas de las comunidades más marginadas del mundo, fueran los trabajadores rurales, los mineros furtivos en busca de la pepita de oro que les cambiaría la vida, los africanos que vagaban por tierras desérticas en busca de agua y un futuro o los indígenas.
En sus 48 expediciones a la Amazonia durante varias décadas fue acompañado por un guía de montaña. También viajaba con guías, traductor, antropólogo y cocinero. Al llegar a una aldea, acompañaba a los nativos en sus tareas cotidianas como cazar o cocinar antes de colocar una tela para crear un estudio en plena selva y pedirles que posaran.









“Los indígenas de Brasil nunca han estado tan amenazados, pero tampoco tan organizados”, decía en 2022 al presentar en São Paulo la exposición inaugural de Amazonia. La muestra, resultado de siete años de sobrevuelos y expediciones a la selva, ha recorrido varios países. En aquella comparecencia ya dejó claro que el de Amazonia era el proyecto final de su vida, pero también que un fotógrafo como él nunca se jubila porque jamás abandona la cámara ni el afán de documentar el mundo que le rodea.
Todavía como economista, Salgado empezó a hacer fotos con una Leica durante algunos viajes de trabajo por África. Fascinado, en pocos años dejó el cargo como secretario de la Organización Internacional del Café y emprendió una carrera como fotógrafo independiente. El intento de asesinato del presidente Ronald Reagan, en 1981, a manos de un admirador de la actriz Jodie Foster, cambió la vida del fotógrafo brasileño, que colaboraba con algunas agencias de prensa. Salgado, que cubría los primeros 100 días del republicano en el poder, fue testigo del atentado, en Washington, y sus fotos dieron la vuelta al mundo. Con el dinero que ganó, marchó a África a trabajar en su primer proyecto personal.

“Se dijo que yo hacía estética de la miseria. ¡Y una mierda! Fotografío mi mundo”, dijo el brasileño en una entrevista con El País Semanal, en 2019, en referencia a una crítica verbalizada por Susan Sontag. En esa conversación también explicó que su decisión de trabajar exclusivamente en blanco y negro obedecía al intento de evitar que el colorido distrajera a los observadores de los protagonistas de su obra. Retratar a los desfavorecidos de la tierra no fue una elección personal, contó, sino un puro reflejo de su origen. “Soy una persona del Tercer Mundo. Conozco África como las líneas de mi mano porque hace solo 150 millones de años África y América eran el mismo continente”.
Salgado recibió en 1998 el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y era miembro de la Academia de Bellas Artes de Francia. Galardones a una mirada siempre empática con los que más sufren. Viajero incansable, en su dilatada carrera Salgado recorrió el planeta con especial atención al sur global, donde documentó hambrunas, guerras, explotación laboral, travesías migratorias… El proyecto que le consagró internacionalmente, a mediados de los ochenta, es el dedicado a los mineros furtivos de Serra Pelada, aquel impresionante hormiguero de hombres atraídos a la Amazonia brasileña por una fiebre del oro.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha despedido a Salgado recordando que “su inconformismo con el hecho de que el mundo es tan desigual y su obstinado talento para retratar la realidad de los oprimidos siempre sirvieron de advertencia a la conciencia de toda la humanidad”. El mandatario recibía al presidente de Angola, João Lourenço, en el palacio de Planalto, en Brasilia, cuando ha sido informado de la noticia. El regalo que tenía preparado para su homólogo era, precisamente, un libro de fotografías de Salgado, uno de los brasileños más conocidos en el extranjero.